La fotografía es clave en el arte de Amparo Garrido. Ella inicio su relación con la cámara cuando muy joven fue asistente de dirección de la película El viento de la Ayahuasca de Nora de Izcué rodada en el Perú y la prolongó fotografiando profesionalmente arquitectura, antes de dedicarse a la fotografía artística. Los animales fueron los temas de sus primeras series. La primera dedicada a los perros y la segunda a los gorilas y ambas hechas con la deliberada intención de poner en evidencia lo que ellos tienen en común con nosotros y nosotros con ellos. No en vano son retratos: captan el alma de los retratados. Aquello que a cada cual lo diferencia del resto de sus congéneres y que se condensa en su mirada. En la más reciente etapa de su trabajo artístico, se ha adentrado en el campo de la cinematografía. El silencio que queda es el título de su primer largometraje, protagonizado un ornitólogo ciego, es un subyugante poema visual dedicado a los pájaros en libertad asediado por la nostalgia.