
¿Cuáles eran las inquietudes de Ángeles San José niña?
De los 7 a los 9 años tuve una enfermedad que me impedía ir al colegio. Como en casa no había televisión, me pasaba el día leyendo y dibujando.
Mis padres compraban bastantes libros y estaban suscritos a Readers Digest y a Círculo de Lectores, leía lo que me apetecía y no recuerdo que me dijesen nunca que algo no era adecuado para mí.
Mi preferido era El libro de hadas de Arthur Rackham, aun lo conservo.
Me encantaba el agua (me sigue encantando) y un recuerdo triste de aquel tiempo es que no podía nadar porque llevaba una escayola.
¿Cuándo te planteaste estudiar dibujo o pintura?
Cuando estaba acabando COU (el curso que se realizaba entonces antes de la Universidad) lo decidí de una forma más o menos intuitiva.
Desde siempre dibujaba y quería dedicarme a algo creativo.
Prepare el examen de ingreso en Bellas Artes con Eduardo Peña y Manuel Franquelo, magníficos profesores.
Cuando empecé los estudios me dedique a hacer retratos y vender los apuntes del natural para pagar la carrera.
¿Qué importancia das a la formación artística? ¿Y fuera de España?
Le doy muchísima importancia tanto a la formación como a la disciplina, no hablo solo de que la mano responda para la ejecución de una idea, sino de que para que esto suceda, hay que manejar con soltura todos los elementos que interactúan en el proyecto más sencillo. Hay una mezcla de instinto, conocimiento y análisis en cualquier trabajo artístico que solo funciona cuando lo hacemos de forma automática.
Más allá de la intuición, las decisiones visuales conectan con intereses más o menos remotos: historia del arte, filosofía, antropología, lingüística, matemáticas, cartografía … incluso en las obras muy intuitivas (por ejemplo, el arte outsider) los parámetros de aprecio y valoración son culturales. La formación nos permite que las decisiones que al principio de nuestra educación nos pedían análisis pasen a ser espontaneas y profundicemos más en los aspectos diferenciales o creativos de la obra.
Podemos hablar un poco de la práctica del dibujo, del que soy ferviente defensora. Hace unos días en un documental sobre el trabajo del equipo que lidera Neri Oxman en el MIT Media Lab me intereso mucho que señalase como punto de partida de sus proyectos vanguardistas en bioarquitectura el dibujo manual, que es parte fundamental y desencadenante del trabajo creativo sin que tenga por qué ser una expresión artística. Para mí, incluso el simple garabateo es muy útil para concentrarme y romper bloqueos, también para reflexionar sobre los detalles o sobre el plan del conjunto, me ayuda a discriminar y simplificar.
¿Cuántas veces te has preguntado por qué haces arte?
En general hacer o no hacer arte no ha sido una cuestión que me haya planteado, en cierto sentido la palabra arte me parece que se ha vaciado de significado al utilizarse demasiado.
Pintar para mí es una forma de pensar. El entusiasmo o la cabezonería que pongo en la investigación y los procesos de trabajo que tengo interiorizados en el estudio (que suelen suponer no tener en cuenta el tiempo y el esfuerzo que dedicas a algo) los traslado a otros temas en los que trabajo o me implico.
¿De qué manera tu vida personal ha afectado a la creación de la obra?
Siempre he tenido estudio, a veces como ahora, fuera de casa, otras el espacio de trabajo estaba dentro, pero todos lo considerábamos como exterior. Los materiales con los que trabajo, grafito, resinas… hacían obvio que ese espacio es ajeno a lo familiar.
Trabajo todos los días, y me gusta mucho poder estar en el estudio sin horario, pero esto último no es fácil.
En los últimos años las enfermedades de mis padres, y la dependencia vinculada a ellas, han tenido un gran impacto sobre mi vida en tanto que implican actuaciones de emergencia que ni se pueden planificar ni posponer, la conciliación con mi trabajo ha sido ahora más compleja que al inicio de mi carrera cuando mi hija era pequeña.
¿Prefieres trabajar en solitario o prefieres el contagio de la energía del grupo?
Prefiero trabajar en solitario. El trabajo en grupo lo llevo muy bien cuando los roles están claramente especificados y cada integrante conoce bien su trabajo y lo desarrolla con profesionalidad.
¿Te consideras transgresora?
La visión que tengo de mí como pintora se desvía bastante de una serie de consensos o normas actuales.
Por ejemplo, detesto documentar mi propio trabajo, las exposiciones con documentos, todo lo que se presenta como destinado a permanecer. Solo fotografío mi trabajo si me lo requieren otros.
Hay también una obsesión que no comparto por la presencia sin rendimiento, una sobreexposición cuyo resultado chapucero creo que está siendo devastador tanto para la creación como para la credibilidad de los artistas y la capacidad de las galerías pequeñas y medianas para crear un contexto para el arte contemporáneo.

¿Nos puedes contar acerca de los materiales de tu trabajo?
Presento los materiales de una forma muy primaria, son reconocibles: el grafito aparece como tal en una superficie oscura, yeso o encáustica en las superficies blancas, la madera, el vidrio, o la piedra … si hay mucho trabajo de taller intento que el proceso se presente, sea esto cierto o no, como algo sencillo, que el resultado diluya la presencia del artista.
¿Y sobre el trasfondo del mensaje que quieres comunicar?
Estamos perdiendo la capacidad de demorarnos en la percepción de algo, no es tanto por un problema de prisa sino de atención. En mis exposiciones intento crear un contexto que facilite la concentración en cada obra, fijar la mirada. Compartir la experiencia (interesante o no) de mirar atentamente algo indefinido o frágil, insignificante, falto de contraste, informe…
En “Historia de los sistemas de pensamiento” (1977), Michel Foucault afirma que “Detrás de todo ojo que ve hay un ojo más tenue, tan discreto, pero tan ágil que, a decir verdad, su todopoderosa mirada roe el globo blanco de su carne; y detrás de éste hay otro nuevo, luego otros más, cada vez más sutiles, y que pronto sólo tienen ya como única sustancia la pura transparencia de la mirada. Se dirige hacia un centro de inmaterialidad donde nacen y se anudan las formas no tangibles de la verdad: el corazón de las cosas que es su sujeto soberano”
¿Cómo te acercas al concepto ver / mirar?
Se dice que cuando el sabio señala la luna el idiota mira el dedo, me gusta pensar que soy ese idiota. Mirar lo que parece menos interesante, lo que nos cuesta verbalizar, comprender hasta qué punto algo aparentemente menos interesante debe ser invisible
Soy fan de las fotos malas, esas imágenes de las que solo puedes decir “esto es una foto”
Puedes darnos tu opinión sobre la importancia del mercado y creación. ¿Piensas que en este momento de desplome del mercado los artistas se están conteniendo en cuanto tamaño y producción? O tú misma en particular
Me gusta algo que decía Doris Lessing “Sin mí, la industria literaria no existiría, ni los editores, agentes, subagentes, contables, abogados, departamentos de literatura, profesores, tesis, ensayos, crítica, los propios críticos, las páginas de los libros. Todo ese vasto y prolífico edificio existe gracias a esta insignificante, explotada, menospreciada y mal pagada persona: el escritor”.
La realización de la obra y el mercado del arte son cosas para mi completamente separado.
La mayoría de las galerías y los artistas españoles estamos al margen del mercado del arte global, el de las mega galerías y precios extravagantes, que por otra parte es un mercado increíblemente opaco y distorsionado.
Mi preocupación ha sido cómo seguir ganándome la vida con la pintura un año más y llevo así más de 30… Creo que he aprendido a manejar razonablemente bien la relación con el mercado. Soy muy realista analizando las posibilidades y la viabilidad de los proyectos, dosifico mi presencia y la de mi trabajo, soy exigente con la obra expuesta (si no estoy convencida no sale del taller) respeto el trabajo de la galería y aprecio a mis coleccionistas.
¿Puedes contarnos alguna anécdota increíble o curiosa?
En determinada ocasión expuse una serie de pinturas blancas, algunas con gruesos marcos de escayola, en otras podía verse el bastidor de madera… todas de grandes dimensiones, con mucho material a la vista. Los galeristas tuvieron que dedicar bastante tiempo a explicar a algunos visitantes que la exposición no había terminado, que la obra “sí que estaba”.