
¿Por qué decidiste estudiar fotografía?
Es una pregunta fácil. Yo llevo haciendo fotos, hasta sin cámara, desde mucho antes de los trece años. Siendo muy joven, vine a Madrid por amor y al poco tiempo nacieron mis gemelos. Cuando tenían aproximadamente cinco años y ya no dependían tanto de mí, deseché la decisión inicial de estudiar Ciencias Exactas -decisión que habría resultado catastrófica, ya que soy un desastre con los números- y prioricé el estudio de la fotografía. La verdad es que no me arrepiento, ya que desde hace mucho tiempo constituye uno de los pilares de mi vida. ¿Cuándo comenzó todo? La respuesta es sencilla. Si miro hacia atrás, te diría que desde que empecé también a tener algún tipo de sentido, de consciencia. Antes de poder sostener una cámara en mis manos, sentía ya la necesidad de observar lo que me rodeaba, las relaciones afectivas, de poder o de amor. No obstante, de forma profesional, todo comenzó cuando los gemelos tenían ya cinco años. En ese momento decidí dedicarme más a mí y, consecuencia de ello, a la fotografía.
¿Qué te aportó la fotografía de prensa y la fotografía por encargo?
Para mí las dos son fotografía. Son encargos que me gustan, siempre y cuando los pueda realizar con libertad, pero ambas me interesan. Soy una persona muy obsesiva y las dos me facilitan un cauce para salir de mis obsesiones y abrirme a nuevos horizontes. Me gustan los encuadres y la fotografía de prensa, tanto si responde a un encargo como si es algo que he planeado hacer yo, algo a lo que he querido dar voz; todo para mí es fotografía y me resulta muy difícil compartimentarlas. He hecho todo tipo de fotografía y he aprendido con ello. No obstante, no puedo equiparar los encargos que tenía al principio con los que pueda tener ahora. En aquéllos, de alguna manera, gozaba de menos libertad, aunque siempre he considerado importante mantener mi forma personal de contar, sin cortapisas, y he aprendido mucho. Recuerdo que cuando empezaba, no siempre mii visión coincidía con la de la persona que me hacía el encargo. En principio, intentaba convencer de mi idea, pero en ocasiones no resultaba y no la aceptaban. En esos casos, me veía obligada a hacer las dos versiones. En la actualidad he aprendido a buscar otras formas de contar. Y es que, realmente, si lo analizamos, la prensa cuenta historias. Independientemente de si haces la fotografía pensando que va a salir en prensa, o destinada a una exposición, ambas son formas de contar. El modo hedonista de cada uno a la hora de hacerlo, de plasmar, es lo que creo que no debemos olvidar nunca, ni antes ni ahora.
¿Cómo interviene la elección de los materiales en una foto?
En el aspecto técnico hay muchas opciones y decisiones que tomar, y a mí me gusta llevarlas muy preparadas. Debes elegir el material a utilizar, es decir, la cámara, ya que no se habla igual con una cámara u otra, ni encuadran todas del mismo modo. También es importante la consideración del trabajo que vas a realizar, ya que hay cámaras que ofrecen mayores posibilidades que otras. Así pues, tienes que elegir la cámara, el soporte, el encuadre que vas a utilizar, el tipo de luz…, incluso eliges el modo en que vas a terminar esa foto, que es lo último. Estoy hablando de fotografía como un tipo de soporte, ya que vas a contar la historia a través de una imagen en movimiento, como una instalación. También debes decidir si lo vas a hacer en platino o en baritado. Todas ellas son decisiones importantes para mí.
Estaba pensando en el proyecto que tienes de fotografía subacuática, con los plásticos. Aquí la elección es muy importante.
Así es. En este caso, incluso va más allá porque, además del lenguaje de la imagen, que es imagen subacuática, está el hecho de que tienes que realizarla debajo del agua, cuando nosotros estamos acostumbrados a vivir encima de ella. Son muchas las decisiones a tomar, por ejemplo, cómo cuentas lo del plástico, o lo del calentamiento. No obstante, ya sea una imagen, una pieza, una instalación…, todas ellas conllevan también un riesgo, ya que, para poder llegar a contar esa historia, en ocasiones puedes, de alguna manera, llegar a poner en peligro tu vida. Pienso que es necesario librar esa batalla, porque lo importante es saber cómo quieres contar una historia y contarla. Y contarla para que esa historia la termine el que la observa.
Te decía al principio que, si no hay una historia detrás de una imagen, a mí no me interesa. El momento en el que me doy cuenta de que esa historia no existe, ha sido decisivo para mí. Comprender el poder de la imagen te proporciona una fuerza tremenda. Este trabajo del que hablamos, debajo del agua, me fue ofrecido cuando me encontraba en Japón, inmersa en un proyecto que deseaba llevar a cabo desde hacía tiempo, debajo de los icebergs, y que no pude terminar. Pero estoy contenta porque quería estar cerca de los míos y siento que algún día lo terminaré. En ese entorno, debajo del hielo, son muchas también las elecciones que debes hacer, incluso el traje que tienes que ponerte para resistir una temperatura de dos grados bajo cero. Es impactante, pero no prioritario. Pienso que lo prioritario de verdad consiste en abstraerte de los condicionantes físicos que puedan impedir plasmar con total libertad nuestro objetivo. Ese contraste entre lo físico y lo etéreo, entre luz y oscuridad, es realmente emocionante.
En este sentido, intuí hace tiempo que también el dolor se puede contar con esa luz, y es algo que llevo buscando toda mi vida. Hay muchas formas de contar, pero he descubierto que me gusta buscar esa luz y que en esa búsqueda y en esa forma de contar me siento bien.

¿Color o blanco y negro?
Si me lo hubieras preguntado hace tres o cuatro años, no hubiera sabido qué contestar, pero últimamente, la técnica que uso, la platinotipia en color, me ha ayudado a descubrir ese color que consigues con los platinos, que es un color mucho más onírico; es el color que defines tú, no el que estamos acostumbrados a ver. Se trata de una técnica que aporta cierto misterio. Ese blanco y negro dentro del color que puedo conseguir ahora me hace dudar en ocasiones; en algunos de los trabajos que estoy haciendo puedo llegar a ver imágenes, pero en otros no las veo y percibo en su totalidad solo blanco y negro, aunque, de repente, surgen motivos que suponen una bofetada de color. Es posible que lo que estoy diciendo pueda sonar un poco extraño. Más que el color blanco y negro, me interesa el color dentro del blanco-negro, que para mí supone una cierta policromía sobre la monocromía anterior.
¿Cómo surgen esas historias que cuentas?
Depende de muchos factores. En ocasiones, estoy realizando un trabajo que de repente me abre el camino hacia el próximo, o de pronto alguien me cuenta algo, o veo algo que me hace detenerme y pensar. Yo siempre estoy abierta a todo aquello que me emociona o que me subleva, pero, poco a poco, vas descubriendo tus prioridades. Y, puesto que tienes que elegir entre todos los trabajos que podrías llevar a cabo, son precisamente esas prioridades las que te ayudan a hacerlo. Yo necesito soñar, necesito tener proyectos que me permitan sentirme viva, en los que fluyan y se entrelacen las historias, en los que la combinación de cómo lo quiere contar el otro y cómo deseas contarlo tú, conforma una magia que me permite sentirme fuerte.
¿Y porque la danza?
Hablamos de lo que nos apasiona. La danza siempre ha formado parte de mí. Me hubiera encantado bailar, pero mis padres no me dejaron. Aunque nunca he bailado de forma profesional, ya que carezco de la formación necesaria, la vida me ha hecho un magnífico regalo al permitirme utilizar la danza como medio de expresión de muchas cosas. La danza me emociona y a través de ella puedo contar cosas como lo haría a través del cuerpo. Ambos, cuerpo y danza, hablan, y yo he encontrado en la danza un auténtico refugio.
Me gustan muchísimo tus reportajes de viajes, pero no puedo evitar pensar cuánto miedo habrás pasado en esos reportajes…
Sí, la verdad es que sí he pasado miedo, y sigo pasándolo, hasta con este último. Pero he aprendido dos cosas; una es que no debes mostrar el miedo, de ninguna manera, y otra es que una cosa es el miedo y otra la insensatez. Sí, sí he pasado mucho miedo, pero procuro que las personas a la que quiero y las que me rodean no se enteren del riesgo que puedo correr. A mi hijo procuro no contarle la mitad de las cosas. Y sí, te estoy hablando miedo físico. Es algo que me he planteado en ocasiones. No es que elijas los temas por el peligro, lo que pasa es que, si para contar una historia tienes que pasar por ciertos peligros, lo asumes y avanzas. La forma de contar esa historia y la honestidad con la que la cuentas es muy importante para mí. Y es que no se pueden ver los toros desde la barrera; quiero decir que se necesita sentir la bestia debajo de tus piernas para contar lo que se puede llegar a sentir. Por ejemplo, no puedes limitarte a hacer fotos desde abajo a uno de los inmigrantes que están pasando por la frontera sur, es necesario montar en la bestia y ponerte en su piel.
Esto define mucho tu trabajo…
Y esto también define un poco nuestra vida, sobre todo la condición de las mujeres. Somos luchadoras, sabemos que tenemos que luchar y vamos a por todas. Eso sí, hay que ser consciente de que ello no implica poner en peligro la propia vida. Yo no hago guerras porque los corresponsales de guerra están hechos de una materia especial, pero en algunos trabajos he pasado mucho miedo. A pesar de todo, me siento una privilegiada porque lo importante es poder contar desde la honestidad lo que quieres contar.
¿Crees que los premios son fundamentales en tu carrera artística?
Yo creo que cualquier premio en la vida es importante, fundamentalmente porque supone un regalo y un reconocimiento al esfuerzo realizado, pero también porque representa a otras muchas personas que lo merecerían. Los premios te ayudan mucho, sobre todo en ciertos momentos en los que nos asaltan las dudas, porque todos dudamos, nadie tiene la seguridad absoluta. Muchas veces me pregunto si servirá para algo lo que estoy haciendo y, de pronto, te otorgan un reconocimiento que te ayuda a pensar y a replantearte todo.
No obstante, existen muchos tipos de premios. Algunos se producen entre tú y la persona fotografiada, o entre tú y lo que has hecho; otros son los que te conceden por tu carrera, los premios profesionales. Disfruto de todos ellos. Cuando ves que la imagen que has plasmado ha servido para algo, ha servido para cambiar una situación en la que crees, te sientes inmensamente premiada. Pero el premio más grande es el de poder seguir sintiendo la pasión que sentimos por lo que hacemos, porque mi mayor miedo, precisamente, es la posibilidad de que llegue un día en el que ya no sienta esa pasión y esas ganas de seguir contando historias. Ese, para mí, es el gran premio.
¿Siempre trabajas con amor?
Es que yo necesito amar, y creo que, en general, ningún ser humano puede vivir sin amor, y no solo me refiero al amor al trabajo. Hemos vivido una temporada convulsa, en la que las prioridades eran otras y las preocupaciones nos desbordaban, pero si algo bueno nos ha traído esta situación, es el hecho de comprender que no podemos vivir sin amor. Necesitamos tiempo, sosiego, para poder declinar el verbo amar, para que aflore en todos los ámbitos de la vida y en todos los trabajos que hacemos. Cuando haces algo con amor, se nota. Si, además, eres correspondido y reconocido, disfrutas de una de las sensaciones más maravillosas que podemos sentir.