Laura Lio. Entrevista

CasasNidos 2 Darmstadt, Alemania © Laura Lío, VEGAP, Madrid, 2021

¿Cuándo decidiste ser escultora?

Comencé estudiando a los 15 años en la Escuela Nacional de Cerámica de Buenos Aires y, cuando finalicé, decidí estudiar Bellas Artes. Desde entonces me dedico a la investigación y a la creación. Concretamente, me interesa mucho la relación entre la imagen y la palabra poética; también la escultura y su práctica en espacios expositivos y en la naturaleza. Por otro lado, he desarrollado una labor de creación en obras sobre papel, tanto en dibujo, como en artes gráficas y en libros de artista.

En relación con la escultura, me siento identificada con una especie de Jano bifronte entre la aportación hipertecnológica y la recuperación de una visión artesanal. Me muevo en ese amplio espacio que va desde lo digital a lo material y he dedicado gran parte de mi tiempo a aprender distintas técnicas, tanto para realizar esculturas como obras sobre papel.

Considero una suerte haber tenido valor para dedicarme a una actividad situada al margen de la sociedad de producción y consumo, para así seguir buscando, experimentando, auscultándome por dentro y aprendiendo de lo que me rodea, en la mayor medida posible.

¿En tu obra siempre hay poesía?

Busco que mis obras sean poéticas y creo que eso es un anhelo común a quienes trabajamos en las distintas disciplinas artísticas. La metáfora traslada una cosa a otra; a través de un desplazamiento, nos lleva más allá de lo que muestra, creando correspondencias entre planos diferentes de la realidad.

La creación artística es un acto político y poético a la vez. Es un posicionamiento al margen del sistema; una labor que requiere entrega, soledad y dedicación. Al respecto, escribe el poeta argentino Roberto Juarroz:  … La única manera de recibir una creación, es crearla de nuevo. Tal vez crearse con ella.  Es lo que me sucede cuando leo o veo obras que me inspiran, sean literatura, música, danza, cine o teatro. Siento el deseo de continuar con algún hilo de la narración y durante el proceso de búsqueda me voy modelando por dentro con frases, sonidos e imágenes, como un alfarero modela con sus manos la arcilla en el húmedo y oscuro espacio interior de un ánfora.

Por lo que se refiere a mi trabajo, para realizar una lectura más allá de las distintas series, lugares y fechas, creo que el camino es nombrar los hilos conductores de las búsquedas que me han movido desde dentro, comprender el mapa del subconsciente que me ha movilizado sin yo siquiera saberlo. Busco trazar un mapa con esos hilos que tensan el tiempo y con insistencia me sitúan constantemente frente a una hoja en blanco   

¿Cómo planteas en el land art tus intervenciones en los espacios naturales?

El land art me permite construir poéticas de habitabilidad o resignificar determinados lugares naturales. Como sabemos, es una corriente integrada por artistas, paisajistas y activistas que piensan la naturaleza con los oídos atentos a aspectos ecológicos.

He estudiado temas como la creación del paisaje y su relación con la biomímesis; por ejemplo, cómo construyen y habitan otras especies. Dentro de la amplitud que la naturaleza nos ofrece, las construcciones de los animales nos invitan a observar y reflexionar sobre los animales constructores, sobre cómo resuelven sus refugios y lugares de cría, y sobre la integración de sus guaridas en el medio ambiente. Considerando estos aspectos, realicé dos piezas de land art: Casa/nido, en Livorno, Italia, en el 2015 y Nests/houses, en Darmstadt, Alemania, en el 2016. Partiendo de la pertenencia del construir y el habitar, exploro la capacidad de crear espacios y llevar a cabo el ensueño de un refugio; necesidad común a los distintos seres vivos.

Mi trabajo de land art más reciente ha sido en Suecia, Strömsfors, Municipio de Svenljunga, en el año 2019, dentro del marco (X)Sites. Los organizadores me asignaron una zona donde se celebra el fuego ritual del fin del invierno y comienzo de la primavera, el día 30 de abril; celebración llamada en sueco Vålborg. La obra que realicé tiene una forma que remite a símbolos y estructuras antiguas, como las runas y los círculos de piedra o domarringen. Mi trabajo en Strömsfors consistió en haber creado un lugar con un círculo de piedras rodeando o abrazando la zona del fuego para así enfatizar este ritual. Esta zona se encuentra en la orilla del río Assman. Me interesé por la etimología de ese nombre, trabajé sobre su significado y tallé, finalmente, en las piedras las letras de una frase alusiva al nombre del lugar.

¿Cómo es tu investigación antes de abordar una obra?

En las artes, a diferencia de lo que ocurre en las ciencias, donde se debe seguir el método científico establecido y el resultado de la investigación apunta a apoyar o contradecir una teoría, el artista es libre de cuestionar y redefinir cualquier cosa en cualquier etapa con una mirada abierta a todas las posibilidades. Cuanto más amplia y afilada sea su pregunta, y cuanto mejor el desarrollo, mejor será la obra resultante.

La creación artística es el motor de un conocimiento inaccesible para la razón. La obra de arte extiende el conocimiento en igual medida que lo hace el pensamiento, pero de manera diferente. Nos posibilita “percibir más mundo” ampliando nuestras capacidades perceptivas.

Reflexionar sobre el proceso creativo, nos obliga a recordar aquello que habíamos olvidado que sabíamos; aquello que sabíamos, no como individuos, sino como especie. Sin duda, esta reflexión conduce a lugares a los cuáles no hubiésemos accedido, si no fuera a través de esta labor que produce un ensanchamiento del presente.

A medida que transcurre nuestra vida, se torna apremiante centrarnos en ella como proceso y desplazar el foco de atención de nuestras obras, asumiendo que la creatividad y la entrega no solamente debemos ponerlas en la profesión, sino en todos nuestros actos.

Según Maurice Blanchot, “… el punto central es la obra como origen, aquel que no es posible alcanzar, el único, sin embargo, que vale la pena alcanzar.” Coincido en que aquello que nos pone en movimiento, sea una respuesta ante algún suceso o a aquello que resuena en nosotros, ese origen que nos lanza hacia la creación es fundamental. Y, sin embargo, una vez recorrido el proceso de búsqueda, nos queda la sensación de no haber alcanzado del todo aquello que nos dio el primer impulso. Más allá del resultado, a veces más acertado y a veces menos, al finalizar el proceso de trabajo, normalmente me encuentro en un estado de inquietud. La energía y lo aprendido durante el proceso de creación es mi ganancia y la obra ya terminada queda atrás para dejar lugar a la siguiente búsqueda.

Vemos que utilizas los pies y los zapatos en tus obras, tanto para imprimir como para su representación. ¿Podrías contarnos por qué?

Encuentro que la huella de los pies al caminar es muy elocuente. Después de utilizar durante años el tórculo para estampar, me planteé reemplazar la presión del rodillo sobre la pletina por el peso de mi propio cuerpo sobre el papel. Entintando la planta de mis pies creo libros caminados en los cuales, además de imprimir mis huellas, escribo acerca del trayecto. Con este procedimiento realicé tres libros:  365 Veces, Caminando Pekín y Caminando entre memoria y deseo. El texto de este último, escrito a mano debajo de las huellas de los pies, dice así:

caminar fisuras

caminar siendo artesanos del vértigo

caminar sin pausa

caminar en la precariedad extrema

caminar a secas

caminar sobre cristales rotos

caminar ardiendo

caminar hasta intuir un fulgor

caminar la brecha entre memoria y deseo

caminar sobre los escombros de una ciudad

caminar un mismo substrato

caminar noche como cuerpos sonámbulos

caminar persiguiendo luciérnagas

caminar los cimientos de un sueño

caminar con los ojos vendados

caminar sobre teselas romanas

caminar sobre trozos de vasijas precolombinas

caminar nube

caminar hacia atrás

caminar hundiéndose en las propias raíces

caminar la historia no escrita

caminar el pasado de esta ciudad

caminando un cuerpo sin órganos

caminar hasta donde puede un cuerpo

caminar sin hundirse en el barro

caminar a lo largo de un tronco

caminar la extensión de un abrazo

caminando las tres edades de la vida

caminando sobre mi ecuador

caminar el tiempo sin retorno

caminar tiempo circular

caminar sobre las cuerdas de un piano

caminar entre cuerdas vocales

caminar desnuda / desvestida de soledad

caminar el borde de una herida

caminar el abismo de tu ausencia

caminar entre tumbas abiertas

caminar hasta sentir el calor de tu pecho

caminar el árbol de la vida

desandar el árbol de la muerte

caminar decisiones nuevas

minar senderos con pétalos de rosas

caminar abriendo caminos

caminar con las manos

caminar en cuclillas

caminar de rodillas

caminar sobre las plantas de tus pies

caminar sobre tierra fértil

caminar sobre tu columna vertebral.

Es nuestro camino el que nos recorre y no al revés.

La instalación que realicé para la Sala La Gallera, Valencia, en el año 2015, constituía una suerte de reflexión visual y escultórica sobre el poder y sus consecuencias. Utilicé zapatos desgastados por el uso, como metáforas o metonimias del cuerpo humano. El calzado colgando de sus cordones desde 12 metros de altura, nos remitía al estado crítico del individuo en la sociedad. Había sido manipulado, cargado de cemento, transformado, insertando huesos a título de restos precarios de la existencia y, por ende, de la impotencia. Este breve texto se refiere a esa pieza:

Sin red / una pieza que se forma en la dinámica de la caída / inmovilizar una acción / fosilizar los gestos / el cuerpo y sus despojos / recuperar fragmentos / crear un tejido con el espacio // la red deshecha / los hilos cortados / los cordones apenas sujetan / desafío a la ley de gravedad / inhóspita morada la intemperie moral / alunizaje en la pobreza.

En abierto contraste, en la planta baja se encontraba un enorme trono recubierto con terciopelo rojo, de espaldas a la puerta de entrada, ubicado en un espacio frontalmente cerrado. El trono, símbolo de representación del poder económico o religioso por antonomasia, aparecía vacío. El contexto era tan misterioso como explícitamente teatral: se trataba del territorio de la imponente representación del poder o, mejor, del poder como representación ficticia.

La Gallera, Valencia, año 2015© Laura Lío, VEGAP, Madrid, 2021

¿Por qué transformar los libros en objetos?

Los libros poseen una presencia objetual y ciertas ediciones poseen ese carácter en mayor medida que otras. Hemos crecido entre libros, leyéndolos, subrayándolos, dejándolos a medias, asignándoles importancia o no. Ellos nos observan desde librerías y bibliotecas. Se suponen contenedores de saberes valiosos. Algunos de ellos entran en interlocución a través de su contenido, título, portada, materialidad, dimensión o su peso. Es entonces cuando invitan a ser transformados, aportando parte de su bagaje a su futura metamorfosis.  Tanto por su continente como por su contenido, los libros poseen un aroma embriagador.

Dado mi interés en el potencial del libro de artista, a los cuales me dedico desde finales de los años 80, en el año 2015 creé PEZPLATA ediciones, sello de arte impreso con sede en mi NavEstudio en Madrid. Su línea editorial se traza en el filo entre imagen y palabra, y se caracteriza por su diversidad de formatos, con publicaciones que abarcan el libro de artista, los fanzines, las postales y los carteles.  El propósito es trabajar en colaboración, generando el espacio en el cual atender a las ideas y la creatividad de otros. Se trata de escuchar, acompañar y compartir. El mundo de la edición independiente en arte es una actitud vital, una ética y una estética; una forma de autoproducción democrática donde entran en valor los conocimientos propios y las relaciones colaborativas. 

¿Se te puede definir como artista feminista?

Sí, por supuesto. No hacemos más que observar de qué manera a las mujeres, prácticamente, se nos ha borrado de la historia. Considero que las reivindicaciones de las mujeres son un camino sin retorno, pero en el cual no hay que bajar la guardia. Si bien como sociedad hemos avanzado, nos acecha el peligro de un retroceso. Sin embargo, es obligado decirlo, tampoco debemos bajar la guardia ante el censor racista que llevamos dentro, que clasifica a las personas y las excluye o incluye por su género, origen, religión, etc.

Encuentro un pensamiento de Alejandra Pizarnik sobre este tema que me sobrecoge:

Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero”.

Independientemente de que el sujeto sea biológicamente mujer, existe una posición femenina, que se caracteriza, entre otras cosas, por la empatía, la flexibilidad, la capacidad adaptación y la generosidad. Entre las mujeres de mi familia, mis amigas y amigos, encuentro ese cobijo que tan bien describe Pizarnik. Esa suma de cariño, hospitalidad, diálogo y fuerza conforman la columna que me sustenta.

Para concluir, quiero decir que entiendo el feminismo como un espacio de reflexión constructiva, tanto para hombres y mujeres como para miembros del colectivo LGTBI. Los individuos contemporáneos que habitamos las grandes ciudades, poseemos conciencia de ser seres fronterizos, hibridación de una carga genética de sociedades del pasado y, a la vez, cibors, mestizos, extranjeros y migrantes. Se están produciendo cambios muy grandes que se reflejan en cada generación. Mi generación es muy distinta de la de mi abuela, a la de mi madre y, a su vez, a la de las jóvenes que tienen hoy veinticinco años. Somos receptoras del talento y la lucha por nuestros derechos, por parte las mujeres que nos precedieron. Estamos situadas entre crisis y cambios, con distintas opciones de vida válidas, gracias al acceso a los estudios universitarios, al trabajo remunerado que conlleva una independencia económica, a la posibilidad de poder elegir si ser madres o no, gracias a que se nos ha brindado los métodos anticonceptivos. Vivimos en un constante proceso de cuestionamiento y construcción de nosotros mismos en relación con el mundo que nos rodea. Exploramos nuevos territorios, superando viejas fronteras, conformando sociedades abiertas que integran colectivos con maneras de vivir muy distintas a las tradicionales.   

¿Por qué has decidido quedarte en Madrid?

Tal vez Madrid ha decidido quedarse en mí… no lo sé muy bien. Los años fueron pasando y los motivos que fui encontrando para quedarme eran mayores a los que encontraba para marcharme. Poder mirar con perspectiva mi cultura de origen fue, y sigue siendo, enriquecedor. En cierto momento, me di cuenta de que Madrid me había aportado cosas y la reconocía como mi ciudad. No tomé la decisión de quedarme hasta muy recientemente. En la crisis económica del 2008 pensé en irme a otro país, pero no se dieron las circunstancias favorables para dar ese paso. Entretanto, he aprendido a ver lo valioso de esta sociedad. En la actualidad, mis amigos y mis afectos, en su mayoría, están aquí. Por otro lado, la cercanía con otros países europeos es algo que me permitió viajar con mayor frecuencia que si hubiese continuado viviendo en Latinoamérica. Esta sensación de pertenencia a medias me brinda la libertad de elegir, de crear mi mapa de afectos y lugares sin ninguna carga heredada. Me siento parte de una frecuencia de pensamiento y sentimiento que no se corresponde con fronteras políticas sino con afinidades electivas, y que se extiende mucho más allá de un país entendido políticamente.

¿Qué importancia das a tener obras en la colección del Museo Reina Sofía?

Por un lado, me siento halagada por ese reconocimiento, pero, por otro, en cuanto a mi proyección profesional, no sabría valorarlo. En el 2006, cuando el MNCARS adquirió varios de mis dibujos y esculturas, pensé que ese respaldo me ayudaría a salir de la precariedad laboral, pero vino la crisis del 2008 y la modesta prosperidad de los diez años últimos se marchó para no regresar.

Leyendo la entrevista hecha a un artista que realizó recientemente una muestra en este museo, le preguntan: ¿Ha cambiado algo su retrospectiva en el Reina Sofía?  Responde: … A primera vista, no parece que las condiciones de sobreexplotación y precariedad propias del trabajo artístico se hayan visto demasiado afectadas. Celebro la ironía y el sentido del humor de esa respuesta, y la menciono porque coincido con lo que dice en cuanto a las condiciones en las que trabaja nuestro colectivo.

Posiblemente, el hecho de tener obras en esta colección haya influido de manera positiva en mi carrera. Valoro las posibilidades que he tenido de residir y realizar proyectos, tanto en España como en otros países. Todo ello me ha aportado experiencias de mucho aprendizaje y es una dinámica en la que quiero continuar.

Laura Lio, octubre 2020