Marta Soul. Entrevista

© Marta Soul , VEGAP, Madrid, 2021

¿Cómo ves el panorama actual de la fotografía en España?

Es una cuestión difícil de definir. Cada vez hay más personas interesadas en fotografía, y hay gente con mucho talento, pero ahora la situación me parece más competitiva que hace años. En 2005 fundamos un colectivo integrado por 13 fotógrafos; pensábamos que la mejor manera de salir adelante en este mundillo era la cooperación entre personas con inquietudes parecidas. Ahora veo muy complicado llevar a cabo iniciativas así; prevalece el individualismo, la personalización y el afán de protagonismo. Y esto, a la larga, hace que todo sea más duro.

También se utilizan las redes sociales como una nueva habilidad adquirida dentro de la profesión. Ahora es importante que tu obra llegue a más gente desde este tipo de escaparates; es una manera de hacerse popular, dejarse ver y, previsiblemente, conseguir nuevas oportunidades. España es un país en el que se da mucha importancia a las apariencias.

Por otro lado, está la vida real. Las condiciones económicas a las que nos vemos sometidos los fotógrafos, por lo general, son bastante desalentadoras.  Da igual que lleves veinte años o cinco en la profesión. La generación de los que ya hemos pasado los 40 sigue solicitando becas y presentándose a premios, intentándolo todo, lo cual sólo muestra que nuestra trayectoria profesional no ha llegado a posicionarse como debería. El mercado es demasiado pequeño para permitir unos ingresos estables y no da para vivir. España no apuesta por el arte español, y mucho menos por la fotografía. El pequeño apoyo que reciben los artistas sigue un enfoque paternalista: tanto el comisariado como las galerías parece que estuvieran haciéndote un favor, vinculado, normalmente, al hecho de ser emergente, aunque también es algo que se da en los que llevamos en esto más años. No se otorga un valor real a la fotografía española.

¿Cómo fueron tus comienzos?

Mi interés por la fotografía surgió de forma casual. En mi familia no había nadie dedicado al arte, ni interés en seguir algún tipo de disciplina artística. Mi padre tenía una cámara réflex que usaba sólo en vacaciones y era como una especie de objeto tecnológico muy preciado al que ninguno de nosotros podíamos acceder. Recuerdo también que en mis primeros carretes tenía tendencia a cortar la cabeza a todo el mundo, así que en casa tenía fama de malísima fotógrafa.

Pero llegó un día en que tuve que decidir qué hacer en mi vida. En los años 90, si eras buena estudiante, tu familia, tus profesores o tus amigos, te influían sobre la decisión de una profesión o una carrera que definiera tu futuro. Yo tuve una juventud un tanto rebelde y opté por echarlo a suertes, de esa forma sería el curso de la vida el que tomaría esa decisión. Salió fotografía y me gustó porque me pareció una profesión muy masculina, todo un reto, así que en ese momento decidí ir a por todas.

¿Qué aconsejarías a las jóvenes fotógrafas que intentan hacerse un nombre en este mundo?

Lo primero, ¡que se creen un perfil en Instagram! No, en serio, lo cierto es que odio las redes sociales, así que les diría que renuncien un poco al individualismo e intenten generar proyectos o, incluso, estrategias de visibilidad desde la cooperación. La unión hace la fuerza y se logran más cosas cuando colaboran varias mentes activas que cuando lo hace una sola. Por supuesto, les diría que siempre intenten hacer lo que les dé la gana. Literalmente. Al margen de lo que puedan opinar otros sobre su fotografía, que sean valientes. Es importante creer en una misma; pienso que es la única manera de que tu trabajo llegue a ser valorado.

¿Qué es lo más discriminatorio en cuanto a género que te ha ocurrido?

Pues, por ejemplo, no me han llamado para participar en proyectos junto a otros fotógrafos porque acababa de tener a mi bebé y asumieron, sin preguntarme, que no podría ocuparme debidamente. También decidieron no contratarme en un trabajo de fotografía porque dije que estaba embarazada. En otra ocasión, cuando le comenté a un amigo que estaba embarazada, me dijo (medio en broma, medio en serio): “Entonces, ¿ya no quieres ser una artista reconocida, no es así? Las artistas importantes no tienen hijos…” Luego hay montones de cosas… He estado trabajando durante 10 años en un colectivo de fotógrafos, compuesto por 14 personas, en el que solo dos éramos mujeres. A todos los quiero y aprecio muchísimo, pero la cantidad de veces que unos u otros metían la pata con el tema, desde bromas, comentarios, actitud, etc., es enorme. Mi compañera Eva Sala y yo lo dábamos por perdido.

¿Es posible vivir de la fotografía si eres mujer?

En España creo que no, salvo contadísimas excepciones. Quizá sea más realista la idea de sobrevivir, pero no la de vivir de ella. Yo he pasado épocas mejores en las que parecía que la situación económica por fin iba a estabilizarse, pero después pasaba a otra etapa durísima en la que terminaba endeudándome o dependiendo de la ayuda de otras personas, pareja, amigos o familia, que te apoyan de forma incondicional porque te quieren y creen en ti.

Ahora estoy viviendo en Inglaterra y veo que aquí sí hay más mujeres artistas que viven de la fotografía, tienen cierta trayectoria y son valoradas. Viven realizando encargos de autor y también de su obra. Son mis heroínas del momento, porque me hacen ver que esto puede ser posible.

Nos cambió la vida© Marta Soul , VEGAP, Madrid, 2021

¿El valor de una instantánea depende del sexo?

Pues, en la fotografía pasa un poco como en muchos otros ámbitos artísticos: ellos acceden a más cosas que nosotras, están más valorados, trabajan con más galerías y tienen más encargos profesionales. No se trata del valor de la fotografía sino de la valoración del fotógrafo hombre frente a la fotógrafa mujer. Por lo general, ellos suscitan más confianza que nosotras y, consecuencia de ello, proyectan más seguridad. El tipo de educación impartida a ambos sexos ha sido muy diferente y eso, a la larga, tiene consecuencias. Mientras que de los hombres se espera que tengan éxito en el futuro para poder afrontar nuevas responsabilidades, el papel de la mujer ha sido vinculado a la dependencia y al apoyo familiar. En el momento que nosotras decidimos modificar ese rol, comienza nuestra batalla contra la baja autoestima y se produce la desconfianza por parte de los demás.

Toda la vida nos han dicho que lo importante era enamorarse de una especie de superhéroe que te protegiera y después tener hijos con él. No importa si no estudias o no encuentras un buen trabajo, lo que cuenta es estar guapa siempre y también ser una buena madre. Con un prototipo social así de limitado, nadie va a confiar en ti cuando decides pilotar un avión, inventar una vacuna o exponer en el MOMA. La gente piensa que llegar a ello es demasiado difícil si, además, tienes que seguir estando guapa y siendo buena madre. De lo que no se han dado cuenta (todavía) es de que las auténticas superheroínas somos nosotras y que, por supuesto, somos capaces de llegar a todo eso y más. Y me preguntarás: ¿Cómo es posible? Pues, relativizando el concepto de belleza (llegará un momento en que las mujeres no tengamos que hacer nada para estar guapas o, al menos, nada que los hombres no tengan que hacer también), y delegando las responsabilidades familiares. Actualmente, ser una buena madre no significa tener que ser una especie de madre coraje, sino una madre segura de sí misma.

¿Piensas que, para ser reconocida, el éxito tiene que venir desde otros países?

Creo que España lleva mostrando desde hace décadas gran admiración por lo extranjero, y esto ocurre a muchos niveles, no sólo artístico. Admiramos a los países que consideramos económicamente superiores al nuestro, y eso hace que todo, o casi todo, lo que nos llega de ellos, genere cierta atención. Por otra parte, somos nefastos a la hora de exportar nuestra cultura y a nuestros artistas; es algo que no sabemos hacer bien porque no se cree en ello. Al final, muchos artistas acaban actuando por su cuenta, se van preferiblemente a Alemania, Inglaterra o Estados Unidos, y cuando son capaces de sentar base allá, entonces España les abre sus puertas. No digo que no existan artistas reconocidos dentro del panorama español, pero, desde luego, hoy por hoy, ser capaz de situar tu obra en otros países supone una vía asegurada hacia el éxito en el tuyo propio.

¿Son necesarios los premios?

A mí me han ayudado a seguir avanzando. Recibir un premio te da mucha fuerza y confianza en ti misma. Es importante que haya convocatorias y premios de fotografía, pero también sería deseable que los hubiera cada vez en mayor número, y no al contrario, fundamentalmente para la gente que está empezando. También sería importante que los fotógrafos tuvieran mejor información sobre las convocatorias a las que se pueden presentar, no solo en el ámbito nacional. A veces, tu trabajo no encaja en cierto tipo de premios, pero sí en otros. Es necesario que exista una diversidad de estilos, de concursos, de premios, así como también la hay de clientes o de mercado, para que uno sepa dónde y cómo puede situar lo que hace.

¿Podrías decirme tus fotógrafas favoritas de todos los tiempos?

Entre las fotógrafas clásicas me gustan mucho Diane Arbus, Inge Morath, o mis recién descubiertas Madame d’Ora y Sue Ford. Más contemporáneas Alex Prager, Lottie Davis, Julia Fullerton-Batten, Petra Collins o Alison Jackson.

Españolas: Elisa Gonzalez Miralles, Lúa Ribeira, Paola de Grenet, Paula Anta o Elena de la Rúa, entre muchas otras.

¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

Actualmente he terminado mi última serie titulada Tras las huellas de Corín, inspirada en Corín Tellado. También acabo de publicar un fotolibro como parte de la serie y ya está a la venta en librerías especializadas.

La serie es una especie de tributo a la obra de una de las escritoras españolas más importantes del siglo XX. A lo largo de su vida publicó más de 4000 libros y es la autora más leída, después de Cervantes. Pese a ello, Corín Tellado sufrió el desprecio habitual de su época por escribir novela rosa, un género literario que se consideraba menor ya que, mayoritariamente, su público lector estaba integrado por mujeres.

La serie se va a exponer en el Instituto Cervantes de Manchester en la primavera de 2021 y de ahí se mostrará en otros centros europeos a lo largo del año. Paralelamente tengo programada una exposición individual en mi galería de Sydney (Black Eye Gallery) que se inaugurará en 2021.

¿Qué tiene tu obra de realidad y qué tiene de ficción?

Mi obra está completamente basada en la realidad, pero expresada desde un formato ficticio de la misma. Trabajo con personajes que recrean situaciones inspiradas en historias reales, que o bien, pueden estar pasándoles a ellos mismos, o incluso pueden estar basadas en literatura y/o cine. El cine es una plataforma que me interesa mucho, de hecho, he incluido vídeo en muchas de mis series, y mis fotografías se muestran dentro de un estilo cinematográfico; lo que se denomina “fotografía escenificada”, con la que trato de mostrar un mensaje o concepto concreto.  La obra puede estar recreada en mi experiencia personal sin necesidad de recurrir a lo anecdótico. En términos generales, todo el mundo se enamora, siente odio, alegría, tristeza, etc. Sentimientos que transcienden más allá de nosotros y se adentran en el ámbito cultural. Me interesa explorar las emociones y comportamientos desde una perspectiva más sociológica e incluso antropológica. Concretamente, trabajando con la serie sobre Corín Tellado, he preferido ahondar en lo relativo a la identidad de la pareja en lugar de hablar sobre la biografía de la autora. Me doy cuenta de que todo es cultural, por ejemplo, el proceso de enamoramiento y la forma en la que aprendemos a percibir las emociones está directamente relacionada con lo que leemos y vemos en la literatura o el cine, hasta el punto se podrían identificar los pasos a seguir para enamorarnos de alguien.

También en mis fotografías me ha interesado trabajar en torno a la idea de la estética de la apariencia (cómo nos mostramos a los demás) y su relación con los estereotipos culturales que definen nuestra identidad e incluso nuestros comportamientos sociales. Todo esto de la apariencia también está muy relacionado con el significado de realidad.

¿Ser de Madrid te ha beneficiado o perjudicado?

A nivel personal me ha beneficiado porque adoro mi ciudad. Ahora que estoy en Inglaterra echo muchísimo de menos el estilo de vida en Madrid. Desde el punto de vista profesional es una pregunta que nos hemos hecho muchas veces los artistas nacidos en la capital. Por un lado, tenemos acceso a un amplio rango de oferta cultural e institucional, pero por otro, sentimos algunos prejuicios y celos de los artistas nacidos en otras provincias y que viven en Madrid, porque cuentan con apoyos institucionales de dentro y fuera de la capital. En una profesión como el arte y en un país como España, que es económicamente dependiente de las instituciones, es una situación a tener en cuenta.