
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo del arte?
Teniendo en cuenta que estamos hablando de finales de los setenta, mis inicios fueron bastante convencionales: pintura, dibujo… la bidimensionalidad pura y dura para la cual yo no tengo ningún talento. Pero tenía muy muy claro que mi vida tenía que ir por esos derroteros y el arte me ha salvado muchas veces porque no solo «el arte es aquello que hace a la vida mas interesante que el arte», sino aquello que puede dar sentido a tu vida.
¿Consideras importante completar la formación en instituciones internacionales?
Para mí al menos fue, aunque durante un periodo bastante corto, fundamental. Pero ahora estamos hablando de finales de los años ochenta, y en ese momento, excepto proyectos y experiencias como la exposición «Fuera de Formato» (1983), Espacio P o los talleres de arte actual del Círculo de Bellas Artes ya en los primeros noventa; el mundo del arte en Madrid era muy convencional e incluso provinciano. Por otro lado desde el poder y la recién estrenada democracia había una clarísima intención de convertir al arte y la cultura en un vehículo de propaganda política; de la política del olvido no solo de nuestra historia sino también de la historia arte y sus protagonistas. La transición borra de un plumazo toda la tradición conceptual de los setenta para aupar la espectacularidad de la movida.
¿Qué opinión tienes sobre la “no-ley” de mecenazgo?
Con sinceridad no la conozco en profundidad pero está claro que algo esta fallando en nuestro contexto cultural. Los artistas viven de lo que pueden, el mercado del arte está anémico… y las políticas culturales, al igual que las políticas educativas se han convertido en un instrumento de control por parte de los partidos políticos de turno. Siempre he defendido la creación de un consejo de las artes independiente de los poderes políticos y los cambios de gobierno que gestionara los proyectos, las ayudas, los apoyos, etc…. tal y como sucede en otros países de Europa o en México por ejemplo.
Un ejemplo. El año pasado fue el último año de Acción!MAD, llegamos a la edición XVI y ante la perspectiva de tener que volver a construir todo de nuevo puesto que el ayuntamiento de Madrid había cambiado de signo político, los directores de los centros culturales con los que trabajábamos habían sido destituidos o cambiados por esa razón y de que incluso aunque en algunos estamentos, como la Comunidad de Madrid, aun gobernando el mismo partido los responsables de cultura habían cambiado, decidimos terminar el proyecto porque, como si de Sísifo se trataba, después de XVI ediciones teníamos que empezar todo de nuevo para conseguir probablemente un presupuesto infinitamente menor del que tuvimos el año pasado. Así no se puede trabajar de ninguna de las maneras.
¿Cuándo decidiste trabajar con tu cuerpo?
Digamos que fue un proceso natural, desde la bidimensionalidad a la tridimensionalidad de las instalaciones y los objetos collage y de estos a la acción, incorporando el elemento tiempo y el cuerpo a mi trabajo. También coincide este hacer desde la presencia con el resurgir del arte de acción a principios de la década de los noventa, cuando muchos artistas sentimos la responsabilidad difusa de construir una historia, otra, basada en la realidad de nuestra experiencia, de lo cotidiano, de lo personal, de lo efímero, de la realidad de nuestros cuerpos y nuestros contextos. Y en este sentido no se puede proponer material de trabajo y reflexión más universal, democrático y barato: cuerpo lo tenemos todos, menos los fantasmas.

¿Dónde está tu espacio físico y tu espacio mental?
Creo que ambos están indisolublemente asociados, el espacio mental se construye en base a la experiencia del espacio físico y en mi trabajo el espacio es siempre muy importante. Me interesan todos los espacios, geométricos y simbólicos, me interesa hacer evidente en mi trabajo su presencia, incorporarlo como un elemento más de la obra y establecer un diálogo entre él, mi propio cuerpo y el resto de los materiales que utilizo. Ese espacio físico se convierte entonces en un espacio mental en el que desplegar estrategias de trabajo. Me interesan sobre todo los espacios umbral en los que no se acaba de definir claramente su función, los espacios que no establecen diferencias entre los que los habitan, los espacios que fueron y conservan parte de ese haber sido en el presente.
Háblanos sobre tus colaboraciones con Abel Loureda ¿se enriquecen?
Abel llega en medio de una gran crisis, cuando la acción se había disuelto en la performance y no encontraba ningún sentido a la creación de imágenes de presencia ni desde lo poético ni desde lo social, en un momento además en el que la banalización general del género era bastante importante. Cuando empiezo a trabajar con Abel tomo distancia de mis propias obsesiones para explorar los procesos de creación colectiva. Durante casi seis años casi todo mi trabajo en el ámbito de la performance ha sido en colaboración con él y esto de alguna forma me ha dado el tiempo y el espacio necesarios para trabajar individualmente de otra manera respecto a mi propio cuerpo, y de este trabajo han salido muchas piezas híbridas en base a la acción y la presencia.
En 2018 vuelvo a encontrar mi camino en la acción con las series “Los Otros” y “Actos de Memoria” en las que el cuerpo deja de ser el elemento visual para convertirse en una herramienta de la memoria, una especie de medium que conecta el pasado que no ha pasado del que habla Benjamin con el presente.
¿El arte es un producto?
Depende del cristal con que se mire. Para algunos es un producto que hay que venderse, promocionarse o un instrumento de propaganda. Para mi es una necesidad vital, necesidad no tanto de “hacer” como de “investigar”, investigar sobre los procesos de creación y percepción en el contexto concreto que nos ha tocado vivir.
¿Era necesario crear Acción! MAD?
Considero que sí, en el año 2003 no había ninguna programación dedicada específicamente al Arte de Acción y Performance en Madrid y muy pocas en el resto de España, por lo que Acción!MAD surgió de la necesidad de llenar este hueco estableciéndose como una cita anual que ofrecía al público de Madrid una visión amplia y profunda de un género de las Artes Visuales independiente y autónomo, gobernado por sus propias reglas espacio-temporales. Siempre hemos procurado abarcar un espectro geográfico vasto, mostrar distintas generaciones de artistas y diferentes sensibilidades y por supuesto prestar una especial atención al trabajo de las mujeres cuya aportación al Arte de Acción y la Performance ha sido y es extraordinariamente importante, original y fecunda.
Hasta el año 2008 éramos un festival pequeño centrado básicamente en la muestra de artes en vivo, pero a partir de entonces y al empezar a formar parte de una red y proyecto europeo más amplio nuestra programación se amplió e incorporamos cursos, talleres, presentaciones teóricas, charlas, conferencias, exposiciones, propuestas para el espacio público, un programa específico para jóvenes y residencias. Este año, que ya no existimos como festival, continuaremos organizando la residencia en Asturias en mayo y la residencia en colaboración con el Centro de Holografía y Artes Dados Negros en Villanueva de los Infantes en septiembre.
¿ Consideras que realizar Performances siguen teniendo sentido?
Sí, siempre que se transcienda lo puramente visual y lo puramente espectacular, sin negar ambos conceptos creo que la performance cobra sentido cuando sucede en territorios liminales; territorios umbral, ni estructurados ni jerarquizados; situaciones donde las diferencias entre los sujetos, los espacios y el tiempo, un tiempo ya no lineal, están suspendidas y por lo tanto pueden ser traspasadas en uno y otro sentido por todos los que formamos parte de ella. Lo que creo que no tiene ningún sentido, sobre todo si el punto de partida son las artes visuales, es la performance espectáculo, la performance chascarrillo, la performance simbólica,….
¿Cuáles son las limitaciones de la performance si no tienes un canal para mostrarla?
Yo no propondría ninguna limitación a la performance ni le aplicaría ningún canal a priori. Efectivamente debe suceder un encuentro entre “el que hace, o propone” y el que “mira, o dispone” pero esto puede suceder en muchos contextos, algunos institucionales, en el sentido de espacios de la institución arte, y otros que no lo son, como el espacio público. Debe haber posibilidades de canalizar la performance y estas debían de ser muy amplias pero me parece que hablar de canal cierra demasiado la propuesta performativa. Además de por los avatares en política cultural de este país, Acción!MAD echa el cierre también cuestionándose la pertinencia del modelo “festival”.
¿La performance es una disciplina mayoritariamente realizada por mujeres?
Lo es y lo ha sido desde sus inicios. Desde mi punto de vista tiene mucho que ver que la performance comience precisamente entre finales de los cincuenta y principios de los años sesenta, durante la segunda ola feminista en Europa y sobre todo en Estados Unidos. De alguna manera un género nuevo y sin el peso de la tradición patriarcal, la primera edición de la Historia del Arte de Gombrich se publica en 1950, tenía que ser mucho más atractivo que los géneros clásicos. Por otro lado la performance reivindica el cuerpo, un material y una herramienta que aunque muy nuestro no nos ha pertenecido del todo a las mujeres hasta épocas muy muy recientes. Trabajar desde las artes visuales en ese reconocimiento y conquista creo que también ha sido y es muy importante para nosotras.
¿Se puede entender tu obra sin un compromiso social y concretamente sin su reivindicación feminista?
No. Mi obra no trata cuestiones estéticas simplemente, aunque también, y cuando me he sentido mejor conmigo misma es cuando he podido encontrar ese vínculo entre mi trabajo y la ética; y cuando no, época de crisis. Por supuesto mi obra no es explícitamente comprometida ni política y me horrorizan los panfletos. Para mí lo importante es encontrar una relación real entre el modo de manifestarse, que no lo manifestado, y la ética: el cuerpo como herramienta que se somete a un esfuerzo y a un trabajo, los lugares liminales en los que el concepto de autoría se diluye, lo cotidiano, lo personal, lo efímero…… y en todos esos modos, por supuesto, hay una reivindicación feminista implícita.