Paloma Polo. Entrevista

Paloma Polo© El barro de la revolución

¿Qué importancia das a la formación y, sobre todo, fuera de España?

El arte se hace aprendiendo y desaprendiendo, desde la escucha, la reflexividad y la contestación crítica.

Creo que, como artista, se es autodidacta en gran medida, pero ayuda enormemente crecer junto a otras artistas y hacerlo en comunidad. Al comienzo de mi desarrollo, y por un tiempo prolongado,  obtuve los medios necesarios para hacer esto fuera de España; por eso me fui. No obstante, en España hice muchos talleres cortos con artistas que incidieron muy positivamente en mi formación.

¿Qué responsabilidad te sobrevino al ser la artista más joven que exponía en el Espacio Uno del Museo Reina Sofía y en la Bienal de Venecia?

No creo que haya sido la más joven, pero, en cualquier caso, este hecho no es un factor relevante para valorar el trabajo artístico.  

Trato de ser responsable en todo lo relativo a mi labor, a los temas que trato, a quienes involucra, a las personas que pueda llegar y a las que no llega. Para ello, procuro cuestionar y pensar mi posicionamiento ideológico, la relevancia que pueda tener lo que piense y proponga, mi postura vital, género, clase, identidad, privilegios, educación, base teórica, fuentes, referentes… Pero el arte no debe rendirle cuentas a ninguna institución, organización ni movimiento.  

Paloma Polo© Un momento

Desde el proyecto Ultraperiferic, para estudiar las comunidades humanas y su entorno en el tercer mundo, en Filipinas, ¿cómo llegaste a interesarte por el colonialismo y la guerrilla?

La correlación entre la producción de conocimiento científico y la expansión colonialista e imperialista marcó mis exploraciones durante años. ¿Qué relaciones de poder, sometimiento y explotación han sembrado el terreno donde afloraron los saberes y disciplinas que sientan las bases de nuestras concepciones del mundo y que, a su vez, se alimentan de ellas? Numerosos investigadores han estudiado el rol de estos factores en la conformación del tejido sociopolítico contemporáneo, tratando de desvelar las formas de violencia que subyacen a la construcción del conocimiento occidental. La proliferación e insistencia en esta conciencia autocrítica, aun siendo fundamental, provoca a veces un repliegue de la mirada que favorece una reacción negativa que no desemboca en discursos propositivos.

Mis inquietudes fueron desplazándose progresivamente hacia la búsqueda de otras formas de producción de saberes vinculadas a estrategias de lucha y contestación a conflictos, y a pensar cómo se puede enfrentar la contemporaneidad de forma proactiva y vitalmente imaginativa.         

La relación entre el arte y la política es otra cuestión que resituó el foco de mi trabajo. El llamado arte político, si esta conjugación es posible, debería estar relacionado con hacer política. Pero el arte de nuestra época se ha impuesto en occidente como una tarea primordialmente solitaria. De manera que, si la política sólo se puede hacer en común, ¿cómo puede ésta conciliarse con el arte en la contemporaneidad? Mis aspiraciones se orientaron, por tanto, hacia la búsqueda de otro tipo de interacciones de lo político. Lo que implicaba, necesariamente, desplazarse a otros campos de batalla.

En mi primer acercamiento a Filipinas me proponía investigar los instrumentos empleados en aquel contexto para el dominio y acaparamiento de tierras, pero, sobre todo, me interesaron las organizaciones que combaten esta explotación. Siempre en el marco de la dominación imperialista, el establecimiento de Zonas Económicas Especiales se ha erigido como la estrategia primordial de expropiación en países del tercer mundo, como Filipinas, generando multiplicidad de conflictos allí. Mi proyecto inicial reunió a un equipo multidisciplinar de pensadores y activistas en torno a un caso de estudio para proponer soluciones sostenibles que considerasen formas más humanas de organización sociopolítica y superación de estos conflictos. Pero el trabajo de campo y las sesiones de discusión no prosperaron más allá de un análisis riguroso y detallado de los ataques del capital y de sus mortíferas consecuencias. Pasado un tiempo, concluí que lo analítico no parecía ser resolutivo a la hora de enfrentar un futuro mejor. No obstante, la inmersión prolongada en zonas de conflicto que realicé a raíz de esta investigación me había acercado a los principios del movimiento revolucionario. Del trabajo con la gente sobre el terreno, surgían ideas y desafíos prometedores. De esta manera fui forjando vínculos y afinidades que derivaron en un compromiso y formación más bien militante, en detrimento de una labor académica que abandoné temporalmente. La revolución en Filipinas me hacía pensar mejor. Fue entonces cuando encontré la motivación para adentrarme en ella también como artista.

¿Estudias la historia y el sistema de poder para rectificar o reparar el presente?

Creo que hay que hacer relecturas críticas de los relatos históricos que dominan el presente para poder enfrentar la contemporaneidad y las luchas que están por venir.

¿Puede el arte ayudar a cambiar el mundo?

Por supuesto. Y para ello tiene que estar conectado con el mundo.

¿Cómo conviertes en acción artística tu trabajo activista?

El trabajo y la experiencia que he tenido en el ámbito de la política han nutrido mi trabajo y pensamiento artístico. Pero no es lo mismo hacer política que hacer arte.

¿Cómo te han ayudado los premios en tu trayectoria?

Me han ayudado a tener recursos y medios para continuar con mi trabajo artístico.

¿Sería posible hacer tu trabajo si no fuera por las ayudas o las becas?

Sin estas ayudas no podría haber realizado los proyectos que he hecho. 

Son tiempos de incertidumbre, pero seguro que sigues trabajando en algún proyecto ¿nos lo quieres contar?

Estoy desarrollando una investigación que gira en torno a la trayectoria vital y política de Dulcinea Bellido, una mujer feminista, comunista y revolucionaria que fundó la primera organización de masas feminista durante el franquismo y que abrió el camino para la eclosión del pensamiento y la lucha feminista en el tardofranquismo y la transición. Su relato biográfico es el hilo conductor para problematizar y comprender la emergencia del pensamiento feminista y de su movilización política en el marco de la dictadura franquista y de la lucha del Partido Comunista de España. Entre otras cuestiones, trato de dilucidar los desafíos que enfrentaron las feministas en su lucha por el cambio político y las transformaciones genuinamente democráticas en sus complejas y tortuosas relaciones con formaciones de izquierda marcadamente androcéntricas.