Paula Rubio Infante. Entrevista

El sol está triste. 2019.© Paula Rubio Infante / Rubio, VEGAP, Madrid, 2021

¿Cuándo fuiste consciente de tu interés por el arte?

El arte me interesó desde niña. Lo hacía bien, y tanto en casa como en el colegio lo potenciaron.

¿De qué manera tu vida personal ha afectado a la creación de obra?

De manera definitiva. Todo lo que ha pasado y pasa en mi vida ha tenido y tiene repercusión en mi obra. Los temas sobre los que trabajo, la manera de hacerlo, los recursos, los tiempos, la proyección, las oportunidades…, todo viene determinado por mi vida personal (género, identidad, estatus económico).

¿Y sobre el trasfondo del mensaje que quieres comunicar?

También. No trabajaría sobre los temas que trabajo, ni de la manera en que lo hago, si, por ejemplo, no hubiera nacido y crecido en el barrio de Carabanchel. Y, sobre todo, no lo haría desde la posición en la que lo hago. Si mi vida hubiera sido otra, esa posición quizá no sería la misma, esencialmente porque tampoco yo sería la persona que soy.

Tu obra comprende diferentes disciplinas artísticas ¿Tu mensaje se queda incompleto si solo utilizas una?

No, no lo creo, porque tampoco es necesario conocer y entender todo lo que ocurre alrededor, debajo y encima de una obra. Mi trabajo creativo requiere de toda esa documentación previa que aborda la narrativa histórica y política del tema, pero quizá para el/ la espectadora no sea tan imprescindible.

Si ves un dibujo o una escultura sola de un mismo proyecto, se entiende igual. Lo que ocurre es que, al tratarse de disciplinas distintas y al poseer características diferentes, interpelan al/ la espectadora de manera diferente. Yo lo que me considero es escultora. La escultura, normalmente, ha ido o va precedida, en mi caso siempre, de dibujos preparatorios. Lo que hago con esos dibujos es entenderlos como obra con entidad propia y, además, como contenedor del proceso de investigación. Las esculturas o instalaciones son lo que voy a considerar como posibles resultados finales, propuestas de conclusiones. Necesito que tengan tres dimensiones para que compartan espacio y escala con el/la espectador/a. Y la fotografía es lo que une la escultura con el suceso, es el vínculo más explícito con el relato, con la memoria. Son siempre fotografías documentales y cuando las utilizo son, generalmente, parte constitutiva de las instalaciones.

Los temas de tu obra son incómodos y de denuncia. ¿Piensas que puedes cambiar algo? ¿Crees que puedes sensibilizar acerca de las injusticias?

Mi obra no cambiará nada, pero las personas que la vean sí pueden sentirse invitadas a reflexionar sobre algunas realidades, conceptos y /o conflictos sociales no resueltos.

Los temas que trabajo no me parece que sean incómodos. A mí lo que me incomoda es que se mire hacia otro lado cuando, precisamente, lo que hay que hacer es confrontar, debatir y buscar posibles alternativas a situaciones injustas; o, al menos, presentar batalla. Para mí es un deber como ciudadana y lo hago con las herramientas y los medios que mejor conozco, aquellos que pertenecen al campo de la investigación visual.

El sol está triste. 2019. © Paula Rubio Infante / Rubio, VEGAP, Madrid, 2021

¿Cómo es tu reflexión y tu investigación antes de acometer una obra?

Acudo a mis cuadernos de apuntes, que son como diarios. En ellos anoto todo y solo tengo que revisarlos para encontrar algo sobre lo que podría comenzar un proyecto nuevo, o relativamente nuevo, porque, en realidad, estoy constantemente dando vueltas sobre lo mismo: cuál es el origen, si lo hay, de la patología de la violencia en nuestra especie. En el inicio busco información e imágenes sobre el tema que quiero trabajar y lo registro a través del dibujo y apuntes de texto. En esta etapa, dibujo sobre todo posibles piezas o cosas que me van llamando la atención de estos datos que encuentro. Voy concretando materiales, formas e ideas. Cuando creo que tengo suficientes elementos para transmitir lo que quiero decir, lo que hago es combinarlos en el espacio.

¿Cómo te marcó La luz se propaga en el vacío?

Es el único site-specific que he hecho y la obra más ambiciosa de mi trayectoria, en todos los sentidos, no solo en el físico. Recuerdo la intervención con mucho cariño porque fue muy emotiva. Para quien no la conozca, fue un proyecto ganador de una de las becas Generación 2012. Consistió en una amplia investigación sobre la fosa común que hay en Toro (Zamora), y comprendía varias piezas. La más llamativa fue una intervención lumínica, a pie de fosa, durante la noche del 4 de agosto de 2011. Con 12 focos Fresnel de 2KW sobre pértigas Manfrotto de 5 metros de altura, iluminamos un área de 1200 metros cuadrados que contenía los restos humanos de las más de 290 personas que allí yacen a simple vista y cielo abierto, abandonadas y desasistidas en sus derechos fundamentales tras ser asesinadas durante el golpe de estado de 1936 y la posterior dictadura franquista. Durante varias horas, esas personas recuperaron algo de atención, algo de dignidad, algo de luz. Sus huesos fueron revelados.

Violencia- Victimas. Locura- Salud mental ¿Crees en el ser humano? ¿Cómo te influye a nivel personal?

Si no creyera en el ser humano, haría otro tipo de obras. Mis obras hablan, fundamentalmente, del ser humano; es mi sujeto. Precisamente, porque creo que podemos mejorar, es por lo que me empeño en tratar de analizar o entender ciertos asuntos.

No sé cómo me influye trabajar estos temas a nivel psiquiátrico, porque no voy a terapia. Existe un gran estigma social que denigra a la persona que padece una patología mental. Del mismo modo, existe también la tendencia a desacreditar a aquel/aquella que hable sobre la locura, provocada por la extraña creencia de que va a contagiarse de ella o de que va a terminar mal por su causa. Conviene aclarar que trabajar sobre salud mental no te convierte necesariamente en enferma mental, ni necesariamente tiene una influencia negativa sobre el estado psicológico del/ la investigador/a; de la misma manera que estudiar sobre el ejercicio de la violencia no te convierte en asesino/a, ni te predispone a serlo. Por otro lado, tampoco sé si gozaría de una mejor salud mental si trabajara sobre unicornios; me temo que no. Yo he estado siempre cerca de la locura por un motivo u otro, no es un tabú para mí o, al menos, no en gran medida. Me es familiar y, por lo tanto, mi acercamiento a ella es siempre desde la idea de la no estigmatización.

Personalmente, descifrar algunos de los secretos del funcionamiento del Psiquiátrico Penitenciario de Carabanchel, me tranquiliza, aunque sea una realidad revelada muy dura. El hecho de conocer esa memoria y tener acceso a ella, la posibilidad de analizarla, de alguna forma, y abordarla desde una perspectiva visual, artística…, me reconforta, porque el conocimiento me libera y me permite concretar respuestas a interrogantes que vienen de lejos.

¿Piensas que en este momento de desplome del mercado los artistas, en general, se están conteniendo en cuanto a tamaño y producción? ¿Te ocurre a ti misma en particular?

Yo siempre me he tenido que contener en cuanto a que no hago todo lo que me gustaría por falta de medios económicos. Pero jamás he cambiado la forma y la identidad de una obra porque no tuviera medios para producirla. Las obras son como tienen que ser. Y, si no se pueden hacer, pues nada…, no se hacen. Tengo muchas instalaciones e ideas que, de momento, solo se pueden apreciar en papel o en prototipos a pequeña escala. Si algún día hay motivos y medios para producirlas al tamaño adecuado, las haré, pero, si ese día no llega, no pasa nada; más se perdió en Roma.

¿Crees que los premios son un impulso fundamental en una carrera artística?

Los premios son importantes, pero no creo que sean lo más importante. Hay artistas con muchos premios y pocos medios económicos. Para poder vivir del arte con dignidad hoy en día, lo que hace falta es tener una buena galería.

¿Puedes contarnos alguna anécdota increíble o curiosa?

No se me ocurre ninguna que se pueda contar.