Paula Rubio Infante hace arte a partir de una biografía marcada por el hecho de que su padre fue funcionario de prisiones. Esa experiencia temprana ha determinado no solo el interés sino también el tono crudo y ajeno a cualquier esteticismo con el que ha tratado el tema de la cárcel. Y más precisamente el de la vida cotidiana en esos centros de reclusión que son tanto lugares de una memoria histórica sitiada por la amnesia como poderosas metáforas de la sociedad sometida a vigilancia perpetua. En la persecución de este objetivo ha empleado en sus instalaciones y con rara eficacia restos y testigos materiales de la vida en los presidios.